viernes, 27 de abril de 2012

El anillo de Claddag

Este anillo, cuya simbología está estrechamente relacionada con las manos in fede, tiene una gran tradición en Irlanda, donde es un símbolo de amor eterno y amistas duradera.


Cuenta la leyenda, que un hombre de Galway, llamado Richard Joy, emigró a las Indias Orientales en el siglo XVII con la idea de hacer allí fortuna y casarse con su amada a su regreso.
Sin embargo, durante la travesía el barco en el que viajaba Joy fue capturado, y este fue vendido como esclavo a un orfebre de Argelia, con quien aprendería el oficio. Cuando el rey Guillermo III subió al trono, solicitó la puesta en libertad de todos los esclavos británicos apresados por los musulmanes. Por tanto, Richard Joy se convirtió de nuevo en un hombre libre. Sin embargo, el joyero argelino había tomado tanto aprecio a Joy que le ofreció la mano de su hija y una sustanciosa dote, para que este se convirtiese en parte de su familia. Joy rechazó la proposición y regresó a casa para casarse con su amada, tal y como le había prometido, y en señal de su amor diseñó y forjó el anillo Claddagh, llamado así por la aldea pesquera en la que se creó el anillo.
El anillo de Claddagh consiste en dos manos que  sostienen un corazón, el cual se toca con una corona. Las manos representan a los enamorados, que portan un corazón, símbolo de su amor eterno, y la corona representa la lealtad y fidelidad.

Si viajáis a Irlanda comprobareis que el Claddagh está presente en muchas partes, ya que supone todo un símbolo de la herencia y creencia irlandesa.

Más informaciónhttp://claddagh.com/

lunes, 16 de abril de 2012

Durante el Renacimiento, la idea de higiene empezó a imponerse más y más en la sociedad, especialmente en los núcleos urbanos. Llevar utensilios de limpieza y de aseo en las bolsitas que se ataban a los cinturones y fajas, eran signos de buenas maneras e incluso denotaban un elevado estatus social. Entre esos utensilios de higiene llaman la atención los denominados limpia orejas.

Limpia orejas. París, siglo XV. Plomo. Musée National du Moyen Age, París.

Estos utensilios tenían forma alargada, y uno de sus extremos solía rematarse en forma de cucharilla o espátula, la cual servía para retirar el cerumen. El otro extremo iba normalmente decorado con alguna figura tallada.

Limpia orejas. Francia, siglo XIV. Hueso. Musée National du Moyen Age, París.

Se realizaban en diversos materiales, desde madera hasta marfil, y eran un lienzo fabuloso para que los tallistas pudieran desarrollar todo su potencial realizando figuras muy cuidadas en sus detalles en un espacio de ejecución tan pequeño.
Aún así, su técnica no era especialmente complicada, y por ello estos limpia orejas se realizaban de una forma   seriada y se vendían en cualquier mercado de las grandes urbes. Por ello, era un objeto de fácil acceso económico, aunque su precio variaba según el material en el que estuviese realizado y las altas clases sociales eran los que lucían los más ricos.

jueves, 12 de abril de 2012

¿Sabías qué...

en el año 1502 la falsificación de perlas en Venecia era tan importante que amenazaba la reputación de la ciudad como gran vendedora de perlas? Por eso se estipuló que cualquiera que fuese detenido falsificando perlas, sería penalizado con la pérdida de su mano derecha y diez años de exilio. ¡El negocio de la joyería no era algo para tomarse a broma entre los venecianos!

lunes, 9 de abril de 2012

Joyería art nouveau: René Lalique

Debemos remontarnos a la Exposición Universal de París del año 1889, para encontrarnos a este creador francés dando a conocer sus obras, las cuales pasaron por aquella exposición sin pena ni gloria. Su éxito comenzaría a vislumbrarse en el Salón de los Campos de Marte de 1895, donde su obra empezó a despertar admiración y a ganar adeptos. A pesar de que al principio la gente opinaba que sus joyas eran dignas de ser admiradas, pero no aptas para comercializar o portar en la vida cotidiana, poco a poco los novedosos colores y formas que fue introduciendo en su joyería, se ganaron al público, y durante más de una década sería la figura referente para la joyería francesa.
Las formas naturalistas eran la base de inspiración para Lalique, ya que con ellas podía desarrollar su pasión por las gemas y los metales, combinándolos y consiguiendo con ello algunos símbolos referentes de su joyería. Tal fue el caso de los esmaltes opalescentes; los colores ópalos eran muy poco usados en esmaltes, ya que la gama cromática que ofrecen es muy reducida, oscilando entre el azul y el verde. De modo que estos particulares esmaltes se convirtieron en un rasgo distintivo de la joyería de Lalique, siendo junto con Fouquet uno de los pocos joyeros de la época que empleó esta técnica.

Collar. René Lalique. c. 1900. Oro, esmalte ópalo y amatista.

Las piezas creadas por Lalique buscaban una estilización de las formas, y se movían en un mundo fantástico donde las piedras y los metales podían crearlo todo. Ello queda presente en una de sus joyas más famosas: el broche de la mujer libélula.

Mujer Libélula. René Lalique. c. 1899. Oro, esmalte, piedras. Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa.

Las figuras femeninas metamorfoseadas con partes de insectos, se convertirían en un tema recurrente en la joyería art nouveau, y René Lalique fue un claro ejemplo de esta temática. Esta pieza se exhibió en la Exposición Universal de París de 1900 y despertó un gran interés en el público, demostrando que Lalique podía crear piezas de gran refinamiento, apatas tanto para ser expuestas, como para ser lucidas, tal como haría la actriz Sarah Bernhardt con este broche. 
En torno a 1900 los insectos se habían convertido en un distintivo de la joyería de Lalique, y libélulas, escarabajos o mariposas se encontraban entre sus creaciones. Pájaros y seres marinos también eran recurrentes en sus obras, siendo todas estas criaturas perfectas para reflejar a través de ellas la luz y el naturalismo que proporcionaban las piedras y los esmaltes.

Broche. René Lalique. c. 1902. Oro, ópalo, perla de oriente, esmalte.

También en la exposición Universal de 1900 se expondría una de las piezas clave de la carrera de Lalique, un broche con forma de serpiente.

Broche serpiente. René Lalique. c. 1899. Oro y esmalte. Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa.

Este broche ya no muestra la cara dulce de flores y animales, si no que ofrece un lado más oscuro de la naturaleza, menos amable y poco común en la joyería art nouveau. La serpiente de nueve cabezas, juega con los contrastes claroscuristas que ofrece el esmalte, con lo cual se logra una gran sensación de viveza. Además, es una pieza con ciertas reminiscencias al pasado, asociada con la mitología e imbuida de un mundo de fantasía, ya sea alegre u oscuro, del que el XIX se hizo eco.


Más información: RHEIMS, Maurice. Jewelry, The Flowering of Art Nouveau. Thames and Hudson, Londres.

miércoles, 28 de marzo de 2012

El anillo de la duquesa

En la joyería del siglo XV, los anillos eran una de las piezas claves para adornar los dedos de ricos caballeros y damas. Estos anillos se completaban con gemas, siendo rubíes, amatistas o zafiros las más populares, aunque a veces también se usaban cristales coloreados que daban la impresión de ser una gema auténtica. Sorprende el hecho de que, a diferencia de lo que podamos pensar hoy en día, los diamantes no eran una gema común empleada en joyería por aquel entonces, siendo visto su uso casi como una extravagancia. La dureza natural del diamante dificultaba su corte y su talla, de manera que cuando se empleaba siempre se respetaba su forma original puntiaguda y cristalina.
Por ello sorprende ver un anillo de diamantes como el perteneciente a María de Borgoña (1457-1482), duquesa de Borgoña. Este anillo fue creado con motivo del enlace de la Duquesa con Maximiliano I de Austria, que tuvo lugar en el año 1477 y está considerado como su anillo de compromiso.

Anillo de María de Borgoña. Oro y diamantes tallados. Flandes ca. 1477. Kunsthistoriches Museum, Viena.

Los avances de la época permitieron cortar el diamante y crear, sin duda, uno de los anillos más espectaculares de  la época que se han podido conservar. El bisel está compuesto por diamantes tallados engastados en oro, creando la forma de una letra M, inicial de la novia. A pesar de que era frecuente que los grandes señores hiciesen crear anillos y otro tipo de joyas con sus iniciales, el anillo de María de Borgoña es único por el empleo de un diamante de semejante manera para la época.

Más informaciónCAMPBELL, Marian. Medieval jewelley in Europe 1100-1500, Londres, V&A Publishing, 2009.

lunes, 26 de marzo de 2012

¿Sabías que...

...en el Códice Justiniano (Imperio Bizantino, año 529) aparece registrado que el empleo de perlas, esmeraldas y zafiros estaba sólo reservado al emperador? La joyería suponía un estatus, con lo cual debía haber leyes que regulasen su empleo, no debía de ser un derecho, sino un privilegio.

Mosaico que representa al emperador Justiniano I. San Vital de Rávena (Italia).

jueves, 22 de marzo de 2012

La joya de un caballero

La figura del caballero medieval valiente y victorioso, es una imagen que ha llegado a nuestros días gracias a la literatura. Aunque hoy en día nos parezcan figuras novelescas, casi asociados a cuentos de hadas, lo cierto es que no dejaron de ser personajes reales de su época. Por eso es muy interesante ver cómo se conservan elementos tangibles, más allá de las figuras literarias, que nos atestiguan la presencia de esos caballeros. Buen ejemplo de ello es el conocido como Brazalete o Gargantilla de Suero de Quiñones.

Brazalete de Suero de Quiñones. París, ca. 1390-1400 (broche) y Francia, antes de 1434 (brazalete). Oro, plata dorada, rubíes, perlas. Tesoro de la Catedral de Santiago de Compostela.


Suero de Quiñones fue un caballero leonés que en el año jacobeo de 1434 realizó, con el beneplácito del rey, un torneo conocido como Paso Honroso. El torneo tuvo lugar en el puente de Hospital de Órbigo, y durante un mes Suero de Quiñones retó a todo aquel caballero que se atreviese a intentar  cruzar el puente. El puente era un paso de peregrinación a Santiago, y el caballero Suero de Quiñones realizó la promesa de peregrinar hasta la Catedral de Santiago una vez finalizado el torneo, donde depositó la gargantilla que hoy podemos ver, símbolo de amor hacia su dama.
La pieza está realizada en oro con plata sobredorada, rubíes y perlas y habría sido creado en Francia. El broche central, cuyas piedras forman una flor, dataría de los últimos años del siglo XIV, y sería un añadido posterior a la gargantilla realizada, en cualquier caso, antes de 1434. La pieza está recorrida por una inscripción grabada, en la que se encuentran terminaciones de la lengua de oil, originaria de la actual Francia septentrional.
Hoy en día esta pieza aún se conserva en el tesoro de la catedral compostelana, y es un gran exponente de cómo la literatura y la realidad, de esas historias de damas y caballeros, se pueden hacer realidad en forma de joya.

Más información: GARCÍA IGLESIAS, J.M (Editor) La catedral de Santiago de Compostela, Patrimonio Histórico Gallego. Catedrales vol. 1, Xuntanza Editorial, A Coruña, 1993.